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Jujuy y la Organización Nacional

    JUJUY PROVINCIA AUTÓNOMA

    En 1820 se desencadenó una guerra entre las provincias de Santa Fe y Entre Ríos con Buenos Aires, que tuvo como consecuencia la desaparición del gobierno central, las provincias se convirtieron en estados independientes; firmaron tratados entre ellas, formaron la Confederación Argentina y entregaron el manejo de las relaciones exteriores a Buenos Aires. Cada provincia se organizó, dictó su Constitución y formó su junta de Representantes (legislatura). Como parte de la provincia de Salta, Jujuy dependía de las decisiones del gobierno salteño.
    En 1821 se sancionó la Constitución de Salta y Jujuy, se sistematizaron las finanzas y disolvieron los Cabildos, aunque los diputados jujeños lograron preservar el suyo. También defendieron los derechos de Jujuy a cobrar y administrar sus impuestos y reclamaron los territorios de la Puna y los Valles Orientales, que Salta se había anexado.

    Legislatura

    UNITARIOS Y FEDERALES

    Los dirigentes de las provincias disentían acerca de la forma que debía organizarse el país. Algunos sostenían que debía tener un sistema de gobierno unitario, centralizado en Buenos Aires, otros pensaban que debía organizarse como un país federal, donde se respetara la autonomía de las provincias. Estas posiciones antagónicas  enfrentaron a las provincias en guerras civiles entre 1821 y 1831.
    Los dirigentes de Salta y Jujuy eran, en su mayoría unitarios. Cuando los federales habían triunfado en casi todas las provincias, el gobernador de la Rioja, Facundo Quiroga, invadió el norte del país con el objetivo de derrotar a los unitarios de estas provincias. El triunfo de Quiroga en Salta y Jujuy significó un nuevo éxodo de los jujeños. Muchas familias debieron emigrar hacia Bolivia y Chile.

    Facundo Quiroga

     

    CREACIÓN DE LA PROVINCIA DE JUJUY

    En 1834, Salta estaba en guerra con la provincia de Tucumán; su gobernador obligaba a los  jujeños a contribuir en la guerra con dinero, hombres, ganado y víveres. Sin embargo el ejército de Jujuy, al mando de los coroneles José María Fascio y Mariano Santibáñez, se negó a combatir.
    Mientras tanto el cabildo de Jujuy había elaborado un plan para independizarse de Salta. Muchos emigrados volvieron a Jujuy solo para apoyar este plan.
    En la madrugada del 18 de noviembre de 1834, el pueblo se reunió a Cabildo abierto y, bajo la dirección de Fascio, proclamó su independencia política de la provincia de Salta.
    Sin embargo, aun fue necesario recurrir a las armas para defender la autonomía. El 13 de diciembre, los ejércitos de Salta y Jujuy se enfrentaron en el Campo de Castañares, donde el triunfo de los jujeños consagro definitivamente el nacimiento de la nueva provincia.
    Jujuy lograba así el derecho a ser una provincia independiente, lo que había solicitado sin éxito en 1811 y en 1816 al gobierno nacional.

     

    PRIMERA CONSTITUCIÓN DE JUJUY

    El primer gobernador de la provincia autónoma de Jujuy fue José María Fascio, los siguientes meses el nuevo gobernador los dedicó a la organización administrativa de la provincia y convocó a una Asamblea Constituyente, que debería distar la Constitución de Jujuy.  En 1835 los diputados aprobaron el Estatuto Provisorio, conocido como la primera Constitución de Jujuy. En él se proclamaba una provincia libre e independiente, integrante de la Confederación Argentina. En los años siguientes, los diputados fueron distando las leyes necesarias para organizar el sistema impositivo de la provincia de Jujuy.

    Estatuto Provisorio de 1853
    Estatuto Provisorio de 1853

    LAS GUERRAS CIVILES EN JUJUY

    Muchos jujeños unitarios que habían emigrado después de la invasión de Quiroga, volvieron para colaborar con la organización de la nueva provincia. El gobernador Fascio era de tendencia unitaria como la mayoría de las familias de Jujuy.
    Pronto comenzaron las disputas entre los federales y los unitarios. Aunque Fascio renunció en 1835, el nuevo gobernador, Fermín de la Quintana, también era unitario.
    Los federales de Jujuy se aliaron con los de otras provincias y organizaron una invasión que depuso a Quintana. Sin embargo cuando el ejército invasor se retiró, lo jujeños volvieron a elegir a un unitario para el Ejecutivo Provincial: el coronel Miguel Puch. El entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, y el de Tucumán, Alejandro Heredia, se pusieron de acuerdo para derrotar definitivamente a los unitarios jujeños.
    El ejército tucumano, a las órdenes de Heredia, invadió Jujuy en 1836, y puso como gobernador a Pablo Aleman, un salteño adepto a los federales.

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    GUERRA CON SANTA CRUZ

    Durante 1837 y 1838, Jujuy se vio envuelta en un conflicto internacional. El mariscal Santa Cruz había unido a las repúblicas de Bolivia y Perú en una Confederación y había asumido su gobierno. El gobierno de Chile le declaró la guerra; lo mismo hizo Rosas en nombre de la Confederación Argentina.
    En 1837 un ejército boliviano invadió la Puna y se apoderó de Cochinoca. Rosas envió armamento desde Buenos Aires y Heredia se puso al frente de las fuerzas argentinas.
    Las milicias jujeñas, salteñas y tucumanas se enfrentaron a los bolivianos en los altos de Humahuaca y los hicieron retroceder hasta Yavi.
    En 1838, otra invasión se apoderó de la Quebrada hasta León.
    Los combates continuaron todo el año. En 1839 se terminaron las hostilidades debido a la caída de Santa Cruz y el cambio de gobierno en Bolivia.

     

    CONSPIRACIONES DE LOS EMIGRADOS

    EN 1838, Aleman fue depuesto por otro federal: Mariano Iturbe, un jujeño adepto a Rosas. Durante dos años Jujuy gozó de calma, la Junta de Representantes dictó diversas leyes tendientes a organizar la economía y reglamentar los impuestos. En 1839, se modificó el Estatuto Provisorio, que hoy se conoce como Segunda Constitución de Jujuy.
    Desde Bolivia, los jujeños exiliados junto con los emigrados de otras provincias, organizaron distintas invasiones a Jujuy, para apoderarse de la provincia y conquistar otros territorios hasta derrotar a todos los gobernadores federales.

    JUJUY EN LA COALISIÓN DEL NORTE

    En 1840, las provincias del norte del país, Jujuy, Catamarca, Tucumán, La Rioja y Salta, habían decidido unirse a la Coalición del Norte. Los gobernadores de estas provincias se manifestaron contra Rosas, le retiraron el manejo de las relaciones exteriores y exigieron que el país se organizara con una Constitución Nacional.
    Este episodio desencadenó nuevamente la guerra civil.
    En esos momentos Roque Alvarado había reemplazado a Iturbe en el gobierno provincial

    LA MUERTE DE LAVALLE

    La Liga del Norte contó con la experiencia del general Juan Galo Lavalle, un militar que había combatido en las guerras de la independencia. Lavalle era unitario y enemigo de Rosas, y llegó a Jujuy para organizar el ejército de la Coalición del Norte.
    En octubre de 1841, Lavalle fue asesinado por seguidores de Rosas. Para evitar que pusieran su cabeza en la plaza de Jujuy, como era costumbre de la época, sus soldados iniciaron la huida a Bolivia. Llevando el cuerpo de Lavalle, remontaron el rio Grande, parando en los distintos pueblos de la Quebrada. Los restos del general fueron velados en Tumbaya y, por segunda vez en Tilcara, en una peregrinación que despertó la devoción popular.

    Gral. Juan Galo Lavalle

    LA RECONSTRUCCIÓN ECONÓMICA

    Los jujeños habían contribuido a la independencia con sus hombres, su ganado y sus bienes. Luego debieron pagar nuevos empréstitos, en dinero y en ganado, a Facundo Quiroga.
    Desde 1835, para encauzar  a Jujuy, hubo que encaminar los negocios de los jujeños y ordenar las finanzas del Estado.

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    LAS ADUANAS PROVINCIALES

    Cada provincia, al ser un Estado independiente, tenía su propia Aduana. Los comerciantes que pasaban por ellas debían pagar derechos de transito. Como Jujuy era la última provincia argentina en la ruta hacia Bolivia, su Aduana se convirtió en una importante fuente de recursos para el Estado jujeño.
    Bolivia y Perú necesitaban animales para el transporte, como mulas y burros, pero también ganado para el consumo alimenticio. Desde 1825, las producciones regionales volvieron a recorrer la ruta de la Quebrada y la Puna, como lo habían hecho por más de dos siglos.

    LA FERIA DE LA TABLADA

    Al norte de la ciudad de San Salvador, estaba la Tablada de Jujuy. Allí había corrales para las reses que abastecían a la población y también se concentraba el ganado proveniente de las provincias del sur, en camino a Bolivia y Perú.
    En Pascua se reunía una gran feria en la Tablada. Los vendedores de ganado llegaban desde el sur, y los compradores, de Bolivia y Perú. La Feria se especializaba en la venta de mulas y caballos; concurrían domadores, amansadores y herreros. Se instalaban carpas donde se ofrecía comidas y diversiones. También asistían vendedores ambulantes, malabaristas adivinos y músicos.
    Los campesinos de la Puna y de los valles acudían con sus tropas de burros y llamas para trocarlos por diversos productos. La Feria era muy importante en a vida de los campesinos jujeños, ya que allí podían abastecerse de aquellos artículos que no conseguían en la región donde vivían.

    CASEROS Y LA ORGANIZACIÓN NACIONAL

    En 1852, el gobernador de la provincia de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, derrotó en  la batalla de Caseros al gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.
    Entonces, en mayo de ese año, todos los gobernadores de las provincias argentinas, reunido en San Nicolás de los Arroyos (provincia de Buenos Aires) expresaron su voluntad de organizar un Estado nacional. Para ello, se convocó a un Congreso General Constituyente, que reunido en Santa Fe, en 1853, redactó la Constitución Nacional.
    La organización del país requería el traspaso a la Nación de funciones que durante años habían sido ejercidas por las provincias. Estos cambios se fueron realizando a lo largo de los siguientes treinta años.

    JUJUY DESPUÉS DE CASEROS

    En 1851, el gobernador de Jujuy era, nuevamente,  Mariano Iturbe. Ese año había invadido Jujuy con el auxilio del gobernador de Salta y mandado a fusilar a Mariano Santibáñez, presidente de las Sala  de Representantes. Cuando llegó la noticia de Caseros, el pueblo de Jujuy se convocó espontáneamente. En ese acto se apresó a Iturbe y se eligió a José Benito Bárcena como gobernador. Durante su gobierno comenzaron a regresar a Jujuy todas las familias que habían emigrado desde la invasión de Facundo Quiroga (1831) y la derrota de la Coalición del Norte (1841).
    Jujuy envió dos diputados al Congreso de Santa Fe de 1853: José de la Quintana y Manuel Padilla. La Legislatura provincial aprobó la Constitución Nacional y, de acuerdo con ella, Jujuy debió darse su propia Constitución. La Constitución de 1855 se redactó durante el gobierno de Plácido Sánchez de Bustamante.

    CONSOLIDACIÓN DEL PODER POLÍTICO

    En 1862 se firmó una alianza política entre dirigentes porteños y del interior para afianzar la organización nacional.
    Se buscaba mantener el orden político utilizando, cuando fuera necesario, la fuerza militar.
    En las provincias se instalaron instituciones nacionales (el Banco Nación, Escuela Normal, el Colegio Nacional y el Correo) que afirmaba la presencia y autoridad del gobierno nacional.
    En Jujuy, el Estado provincial también se afianzaba y extendía su poder, desde su sede en la ciudad de San Salvador, hasta las aéreas rurales más alejadas de la Puna y los valles subtropicales.
    Se crearon municipalidades en cada uno de los departamentos de la provincia. Se terminó la construcción del Hospital San Roque y aparecieron los primeros diarios de Jujuy: El Orden, La Confraternidad y Época.
    El Ejército Nacional intervino en Jujuy por primera vez, en ocasión de la ocupación de la ciudad de San Salvador por el caudillo Felipe Varela, en octubre de 1867.
    En la década de 1870 la provincia se vio convulsionada por cambios de gobierno e intervenciones nacionales.

    Diario El Orden
    Diario El Orden

    ORGANIZACIÓN ECONÓMICA DEL ESTADO JUJEÑO

    Después de la sanción de la  Constitución Nacional y en el marco de los acuerdos firmados entre la provincia y el Estado nacional, Jujuy debió transferir a la Nación su Aduana y derechos de tránsito; así perdió una importante fuente de ingresos.
    Esta situación se planteaba en momentos en que el Estado jujeño debía modernizar sus instituciones, construir edificios públicos y caminos, mantener el orden interno y fomentar la educación.
    También se suprimieron antiguos impuestos y, aunque en su reemplazo se crearon otros nuevos, como la contribución territorial y el impuesto a la producción, lo cierto es que comenzó para Jujuy una etapa de permanente dependencia de los subsidios nacionales.

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    CONFLICTOS POR LA PROPIEDAD DE LA TIERRA EN LA PUNA

    Desde la conquista española, los aborígenes puneños fueron despojados de sus derechos sobre las tierras que ocupaban, que pasaron a pertenecer a un puñado de grandes propietarios.
    Las familias puneñas pastaban sus rebaños de ovejas, cabras, llamas y burros, en los ciénegos o lugares de pasto, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Su economía domestica se complementaba con una agricultura de subsistencia, siempre amenazada por heladas y vientos. Para usar las tierras debían pagar arriendo a sus propietarios.
    La recuperación de los derechos sobre las tierras de sus antepasados fue una demanda constante de los habitantes de la Puna. En 1872, habían conseguido que las tierras de Casabindo y Cochinoca pasaran a la provincia.
    Cuando se creó el nuevo impuesto de contribución territorial (1853), los terratenientes de Jujuy subieron el precio de los arriendos que debían pagar los campesinos. A esto se sumaban los abusos de los cobradores de impuestos. Los aborígenes puneños, entonces, reanudaron los reclamos de sus tierras y pronto se desato una oleada de protestas y rebeliones, que se expandió por toda la región.

    QUERA

    En 1874, los puneños sublevados atacaron Yavi, Santa Catalina, Rinconada, Cochinoca. Luego se  les unieron vecinos de los pueblos, como el comerciante Laureano Saravia.
    Más de 1.000 aborígenes derrotaron en Abra de la Cruz, al ejército del gobernador Álvarez Prado.
    Fue necesaria la colaboración del Ejército Nacional para abatir a los puneños en las serranías de Quera el 4 de enero de 1875.
    A pesar de la dura represión del gobierno, la protesta campesina por las tierras no cesó y, desde 1876, los puneños se negaron nuevamente al pago de los arriendos como estrategia para recuperarlos